Internet y política: el domaingrabbing en campaña

Para los políticos, su propio nombre es uno de los componentes esencials de la marca que representan. Encontrar y registrar el nombre de dominio justo es, en consecuencia, fundamental, ya que la página web constituye el primer punto de contacto con los electores y los interesados. Pero el dominio ideal no siempre está disponible, algo que muchos políticos ya han experimentado y es que, con 190 millones de dominios registrados en todo el mundo, muchas combinaciones ya fueron contratadas, afectando no solo a nivel privado, sino también precisamente a políticos conocidos y a sus partidos.

Mi dominio, tu dominio

Los propietarios de dominios registrados no siempre hacen uso de este método. El llamado domaingrabbing (acaparamiento de dominios), que consiste en el registro de dominios para vender más tarde sus derechos de propietario y obtener un beneficio económico, se ha implantado como un negocio muy lucrativo. Para conocer en profundidad el trasfondo legal de esta práctica en relación con los derechos de marca puedes dirigirte a este artículo sobre domaingrabbing y ciberocupación en nuestra guía.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando el propietario de un dominio no está interesado en ganar dinero, sino que solo le guían motivos estratégicos con el objetivo de aprovecharse de la popularidad de un determinado nombre o de perjudicar la imagen de su propietario legítimo? En los últimos años y en el marco de diversas campañas electorales, se han ido conociendo diversos casos de domaingrabbing en el ámbito político en todo el mundo. A continuación hacemos un recorrido por algunos de los más conocidos.

La guerra de los dominios en la campaña estadounidense

Se podría pensar que políticos como Hillary Clinton o Jeb Bush deberían estar curtidos en lo que a zancadillas electorales se refiere, pero en la actual campaña americana a la presidencia, ya de por sí marcada por el tono emocional y por los cuchillos afilados, los que más deberían estar al corriente han subestimado absolutamente el poder del domaingrabbing.

Como muestra, algunos botones. El candidato Jeb Bush supo asegurarse el dominio “jeb2016.com” como página oficial de la campaña electoral, pero no la dirección “jebbush.com”, que redireccionaba directamente a la página web de su oponente Donald Trump. Ahora bien, no solo él fue víctima de las artes digitales del candidato republicano. Clinton, la demócrata, también tuvo que ser testigo de cómo su página “hillaryclinton.net” redireccionaba directamente a la página del republicano. Y quien tenga la intención de encontrar al candidato Sanders en la página “presidentsanders.com” se topará, qué sorpresa, con una redirección a la página oficial de Trump “donaldtrump.com”.

Obviamente, Donald Trump no quería que le pagaran con la misma moneda, así que se aseguró más de 3.000 extraños nombres de dominio que puedan tener algún tipo de relación con su nombre o con el de su mujer Ivanka. Actualmente circula una lista de cerca de 3.200 nombres de dominio, muchos de los cuales guardan relación con numerosos negocios actuales de Trump, pero entre los que también se incluyen supuestos pronósticos de las actividades a las que el candidato se dedicará en el futuro, como “donaldtrumpart.com”, “3dtrump.com”, “trumpgrapes.com”, “trumpsoda.com” o “trumptables.com”. Otras direcciones como “donaldtrumpnetworksucks.com” tampoco han sido ignoradas por el empresario.

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Presencia del fenómeno en países de habla hispana

Al igual que ocurre en Estados Unidos, en algunos países de habla hispana como Chile, son muchas las personas las que también han recurrido y recurren al domaingrabbing. Así, algunos candidatos a las próximas elecciones ya han registrado sus dominios y en dicho país, por ejemplo, se puede hablar de una lista con alrededor de 45 personas inscritas, entre las que también hay particulares. Los intereses de estos últimos, sin embargo, son meramente económicos, y es que algunos de ellos se valen de dichos nombres para después venderlos.

Lo que sí queda claro con este hecho es que, en la actualidad, Internet es una herramienta esencial para seguir los pasos de los componentes del panorama político a nivel mundial y con las redes sociales en particular, los usuarios pueden obtener información de primera mano y en tiempo real sobre las novedades que se van planteando. De ello se deduce que los representantes políticos también aprovechen herramientas como el domaingrabbing para llamar o desviar la atención de seguidores y detractores.

Piratería de dominios en Alemania y Austria

El domaingrabbing no es nuevo en política. Ya a comienzos de los años 2000 en Alemania, reservar dominios que hacían referencia de una forma más o menos clara a partidos en la oposición o a un político en concreto era una táctica bastante extendida. El CDU, el partido de la canciller Angela Merkel, no tuvo reparos en aquel entonces en reservar dominios con nombres de representantes conocidos del partido socialista SPD, su concurrente más cercano, y redireccionarlos a sus propias páginas. Especialmente activo en este sentido fue también el partido verde Bündnis90/Die Grünen en las elecciones de 2002. Con el objetivo puesto en el candidato del CDU Edmund Stoiber, reservaron diversos dominios con su nombre para que funcionaran de “contrapropaganda”.

Austria también es una fuente de anécdotas, como la sorpresa que se llevó el empresario de la construcción Richard Lugner cuando en 2016 se presentó como candidato a la presidencia del país con su partido “Los independientes”. Cuando quiso registrar el dominio “richardlugner.at” se encontró que ya estaba en uso, nada menos que para promocionar sustancias contra la impotencia.

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